Convertiendo las Maldiciones en Bendiciones

� Copyright 1999 Christian Faith International Ministries. Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.CFIM.Net and www.KingdomFaithMinistries.Org . 87 Entonces, de repente, vi la cara de mi esposa directamente enfrente de la mía y sentí sus lágrimas goteando sobre mi rostro. Ella dijo, “Lo siento, cariño, llamé la ambulancia.” Me arranqué de la cama y me fui para mi troca. Manejé de nuestra montaña donde vivíamos a mi lugar favorito en las Montañas Cascadas, en el cual yo había pasado muchos buenos tiempos hablando con Dios. Tuve que caminar los últimos metros por una vista del Lago de Spada. Iría a un metro y me caería de cansancia. Oí la misma risa otra vez y una voz me dijo, “Ahora, te vas a morir, porque nadie sabe donde estás.” Y yo dije, “No me importa. ¡Algo tiene que cambiar! Yo seré sanado hoy en el nombre de Jesús o los coyotes me comerán!” Me quedé dormido sobre la tierra. Cuando me desperté, había regresado mi fuerza. Todavía mi piel estuvo amarilla, pero ¡Yo adoraba a Dios! Manejé con gran velocidad para mi casa. Cuando alcancé a la carretera numero 2, vi a una familia cuyo carro estaba descompuesto. Dios me ha bendicido tanto que quería ayudarla. Dije, “Déjame componer a su carro.” Me miraron. No me había rasurado ni bañado por seis días y estaba amarillo. Entendí su temor. Dije, “¡Soy sanado, soy sanado! ¡Jesús me sanó! Pero si no me creen, párense allá.” Y hicieron así. No estoy seguro que hice a su carro, pero arrancó. Y les dije, “Dios les bendiga, necesito irme a mi casa.” Se quedaron mirando sin moverse. Dos kilómetros de ellos, antes de doblar atrás de la montaña, todavía se paraban atrás del carro. ¡Estoy seguro que no están allí ahora! Cuando llegué a mi casa, recocijamos mucho. Sheila me dijo que había llamado la ambulancia pero no me avisó porque sabía como sentía yo. Ella había salido para dirigir a la ambulancia a nuestra casa porque no podía encontrarnos en las montañas. No estaba en casa cuando pensé que vi su cara al lado de la mía. ¡Gloria a Dios! Debiera haber sido Dios que me dio la visión de su cara para que me fuera. A veces es difícil creer que todo está en las manos de Dios. Creo que cuando estamos enfermos, el doctor no debe ser nuestra primera opción. Primero, debemos llamar a Dios en el nombre de Jesucristo. Entonces podemos encontrar la botella de pastillas o lo que necesitamos. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (Mateo 6:33).” Por las heridas de Jesús, fuimos sanados. Si podemos creer esto, podemos ser bendecidos. Si no nos ayuda el doctor, todavía Dios es el Curador. Es una cosa increíble, porque cuando quitas las maldiciones, Dios también te dará la revelación de la bendición que necesitas. Y después, esa bendición empieza serviéndote en lugar de la maldición. A veces, un año pasará después de orar por alguien, rompiendo maldiciones y reemplazándolas con bendiciones. Las personas me llaman y tengo que tratar a recordarlas. Entonces, me dicen donde estaban antes de orar y como

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