� Copyright 1999 Christian Faith International Ministries. Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.CFIM.Net and www.KingdomFaithMinistries.Org . 49 Pasó la maldición de desobediencia. “Oh, pero Dios es amor; nunca habría hecho eso El.” ¿De veras? ¿Cómo explicas esto, hermanos? Tenemos un grandioso Dios. ¡Y no acepta las burlas del hombre! Cuando piensas en Elías, ¿Quién se fue a los líderes de su nación y le dijo, “Cambien o van a ver?” No cambiaron, pues había una sequía y una gran mayoría fue destruida. Cuando habla la Palabra de Dios, va a pasar. No nos hace nada bien si somos desobedientes y decimos que no puede pasar. ¡De todos modos, va a pasar! Y puedes decir, “Bueno, Dios es muy difícil.” Pero, ¿Sabías qué? Las ruinas de Jericó son los mejores ejemplos a la humanidad del poder de Dios viniendo contra la grandeza del hombre. Por eso, Dios les dijo no construirla otra vez. Pero Hiel lo hizo a pesar de los avisos. Por eso entramos en tantos aprietos. Vamos a hacerlo en la manera que queremos y no escucharemos a cualquier otra persona o consejo. Decimos, “Soy un rey y un maestro constructor. Tengo una licencia por construir esta ciudad. Y soy el jefe de los otros contratistas.” No le ayudó a Hiel. Más que nunca, Hiel se sentía que estaba haciendo bien porque su rey era Acab. “Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel” (1 Reyes 16:33). Acab también recibió su justicia, como vemos en el resto del libro de 1 Reyes. (1 Reyes 17:1) Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra. Si Acab hubiera sido manso al hombre de Dios, el profeta, si hubiera sido manso a lo que Dios te había dicho hacer, esta maldición no habría pasado. Pero toda la nación sufrió por medio de esta maldición. Por tres años y medio, no hubo ni una gota de lluvia. La gente se morió de hambre; el país se cayó porque era una sociedad agricultural. No había aviones de transporte para traerles comida de otros países—¡Los israelitas tenían problemas! Si Acab hubiera sido manso, la maldición no había pasado. Hemos visto como la desobediencia causa que nos vengan las maldiciones de Dios. Porque El es un Dios justo, no puede recompensarnos por ser desobedientes. Pero al contrario, El causa la caída de sus bendiciones en favor de nosotros cuando lo obedecemos.
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