� Copyright 1999 Christian Faith International Ministries. Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.CFIM.Net and www.KingdomFaithMinistries.Org . 48 estrechaba hasta arriba. Si le chocara a la muralla un tanque del ejército, el tanque rodaría de ella. Nadie podía hacer nada; era bien angulosa. Era imposible escalar la fortaleza, pero la cosa asombrosa era la autopista en la parte de arriba de la muralla. ¡Era 13 metros en anchura y rodeaba la ciudad entera! Si enviaras a todas tus tropas al lado norteño para capturarla, los inhabitantes de Jericó podían moverse allá antes de sus enemigos podían destruir la fortificación. Podían moverse de prisa todo su ejército, incluyendo carros de guerra, a cualquier parte del muro donde vino el ataque. Traerían aceite caliente, o cualquier otra cosa que necesitaban para descargar sobre el agresor. Era una muralla sólida. No tenían balas de cañón, pero si sí, habrían rebotado de su fortaleza. No había una manera de destruir Jericó. Las murallas no podían ser destruidas. Y todavía, ¿Sabes qué rompió por esos defenses? ¡Dios! ¡Lo hizo El en tal manera que probó que sólo El podía hacerlo! Los israelitas le obedecieron a Dios y marcharon alrededor la ciudad por siete días. Y en el último día, sonaron sus trompetas y gritaron alabanzas al Señor y derrumbó el muro. ¿Sabes el porque que siempre tenemos un tiempo de cantar y alabar al principo de todas nuestras reuniones? Es porque las alabanzas derrumban al muro entre nosotros y nuestro Señor. Destruyeron esa ciudad, mas de la casa de Rahab y su familia. El resto de la ciudad fue destruido por medio de las alabanzas. Ustedes que oran como guerreros y intercesan fielmente y están cansados y débiles del diablo, pasen más tiempo alabando. Su tiempo intercesando durará por menos tiempo. ¡Es poderoso! Dios hizo una obra buenísima y nos servió por un ejemplo. Finalmente había traido a su pueblo a la tierra de promesa y El quería que los escombros les recuerden a todos quien era el Jefe. ¿Era buena propiedad? ¡Claro que sí! Tenía la vista; tenía agua pura y todo que quisieras de un terreno de primera calidad. Pero Josué les dijo a los israelitas, “No desarollen esta propiedad porque si lo hagan, si pongan la fundación, tu primogénito va a morir.” En esa cultura, la perdida de tu primogénito era una cosa seria, y esta profecía añadió que perderías a tu menor hijo cuando se pusieras las puertas. (1 Reyes 16:34) En su tiempo Hiel de Bet-el reedificó a Jericó. A precio de la vida de Abiram su primogénito echó el cimiento, y a precio de la vida de Segub su hijo menor puso sus puertas, conforme a la palabra que Jehová había hablado por Josué hijo de Nun. Un día, un hombre que se llamaba Hiel decidió a reedificar en desobediencia a la profecía de Josué. El orgullo de este hombre contra la Palabra de Dios lo causó perder a su hijo mayor. Era una maldición contra el primogénito, el heredero. Hiel debiera haber sido el suficiente inteligente parar a su proyecto después de echar la cimienta y de perder a su primer hijo. Pensarías que él habría dicho a los contratistas, “Oígan, tenemos que terminar el trabajo ahora mismo.”
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