� Copyright 1999 Christian Faith International Ministries. Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.CFIM.Net and www.KingdomFaithMinistries.Org . 70 Capítulo 9 ¿Qué está en tu hogar? Yo estuve en la casa de un gitano rico y estimado, un miembro del parlamento rumano. Yo estaba orando en un cuarto de atrás con los padres y la abuela de una niña de cinco años. Por dos años y medio, lloró la nieta sin cesar. Le tomaban a los mejores especialistas de Europa sin descubrir la causa del problema. Los abuelos, quienes me habían escuchado enseñar, me rogaron venir y orar por su nieta. Me fui y empecé a orar por la niña. También oré por una anciana, la cual había sido tortuado en el cárcel comunista por catorce años por no negar a Jesucristo. Para ser libre, sólo tenía que decir que muerto era Jesús. Rechazaba ella su oferta y escogía a seguir su camino con el Señor. Estábamos serviendo a la niña y rompí la maldición que era sobre ella en el nombre de Jesús. En lugar de la maldición, puse bendiciones y ella empezó a sonreír y coquetear con su abuelita. Entonces, de repente, oímos una comoción en la sala donde estaba la mayoría de la gente. En el rincón, había una mesa, ahora rota en un millón de pedazos pequeños sobre el piso. ¡Todos se quedaron sorprendidos! Sobre la mesa estaba un objeto que le fue dado al abuelo. Después de romper la maldición de la niña, se explotó el objeto y fue destruido. Alguien puso una maldición al objeto y por más de dos años había sido el origen de la maldición ejerciendo autoridad sobre la nieta. La gente del cuarto estuvo asombrada cuando le vio a la niña riendo y sonriendo y no llorando. Unos de los hombres en la sala me acercó y me rogó que yo le ayude. Confesó que era un cristiano falso, uno que infiltra al Cuerpo. Iría a asistir a la iglesia y pasar tiempo con creyentes, diciendo que también era un cristiano. El hombre confesó su traición, le pidió a Dios por su perdón y que le de nueva vida. Entonces, nos pidió que le bauticemos. ¡Pues le bautizamos en la tina porque no había un lago, ni un río! Ni los abuelos de la niña ni los otros gitanos presente esa noche habrían pensado que ese objeto hermoso sobre la mesa era maldecido. ¡Qué fácil ser engañado! Sólo Dios nos puede mostrar la verdad. La abuela estuvo tan feliz que dijo ella, “Si hay algo más en esta casa, ¡Estállalo! Hasta mi casa, si necesario. Les amo a Dios y a mi familia.” Cuando nos mudamos mi esposa y yo de Albuquerque, Nuevo México, al oeste del estado de Tennessee, anotamos algo diferente para nosotros. Albuquerque está ubicado en el desierto alto, pero Tennessee es una parte del valle de Mississippi donde
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