� Copyright 1999 Christian Faith International Ministries. Todos los derechos reservados. Permision granted to freely copy en Espanol if copied in the entirety. Also Publicado a www.CFIM.Net and www.KingdomFaithMinistries.Org . 25 Capítulo 4 Bendiciones en abundancia La madre gitana y su hija se sonrían de oreja a oreja mientras salían, enjugando las lágrimas de los ojos. ¡La mamá fue sanada! ¡Su hija, quien tenía treinta y algo años, tuvo que controlarse de reírse de puro gozo! La pesadez se fue de ellas. Algo también ha pasado en su cuerpo. Ellas apenas podían esperar a alcanzar a su casa para contarle a la familia lo que les había pasado. Se alegraron mientras ellas pasaban momentos corriendo y caminando. Se sintieron como si hubiera un viento que les soplaba. ¡Se pareció como si les soplara de ahí con gozo! Más temprano aquella tarde, la esposa de un pastor gitano me había traído estas dos mujeres, una madre y su hija, para que pudiera orar por ellas. Me parecieron tan deprimidas y oprimidas, y su salud estaba terrible. Mientras oraba, el Señor me mostró que debiera romper algunas maldiciones y después me mostró cuales bendiciones que debiera hablar sobre sus vidas. Primero le ministré a la hija y ella empezó a recibir su salud. Cuando rompí una maldición, ella se cayó en el Espíritu (rápidamente yo chequé con el Señor para estar seguro que no había un demonio, y no había). Fue interesante que cuando me fui para agarrarla cuando se caía, ella no pesaba nada. Sólo tuve que guiarla para que se caiga sobre el sofá. ¡Creo que había un ángel agarrándola para prevenirle el daño! Durante ese tiempo, le pasó a esa mujer mucha liberación. Entonces, yo sabía que sabía algo importante la madre. La cuestioné y me admitó que su yerno le estaba abusando a su hija. Continuó a admitir que también su esposo la había abusado. Le dije que una maldición generacional había sido roto. Estuvo de acuerdo, porque ahora ella también tuvo libertad en cambio del temor, y podía hablar acerca de estas cosas por la primera vez. Después de hablar con ella, referiendo a su yerno, dijo ella, “Aquel hombre ha herido a mi hija mucho. ¡Lo odio! ¡Maldigo a aquel hombre!” Inmediatamente, tuve que enseñarle que no debemos de maldecir, sino de bendecir a nuestros enemigos. Tan pronto que se dio cuenta de eso, se arrepentió y se cayeron las lágrimas. La atmósfera y la situación entera habían cambiado. Cuando estuvieron listas de salir, oré otra vez por la mamá y esta vez, fue liberada completamente de su pasado. ¡Fue un tiempo fantástico! La clave a su liberación y las bendiciones era su arrepentimiento antes de Dios y también el perdón de los que les habían maldecido. De tan pronto que estaban listas a bendecir a sus maridos, las bendiciones de Dios de repente alcanzaban a las dos. Estaban asombradas de la paz, el gozo, la sanación y la restauración—¡todo junto! Estuvieron
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